lunes, 26 de enero de 2015

Te extrañamos Osvaldo Soriano


Aquella tarde-noche del 29 de Enero de 1997, cuando me enteré de su muerte, sentí una profunda angustia, algo que no me había sucedido antes con el fallecimiento de ningún personaje público, pero más allá que no tuve la suerte de haber conversado una palabra con él, lo sentí como si hubiera partido el mejor de mis amigos. Me enteré de su muerte por un noticiero radial en el negro y amarillo que el menemismo y su política de pizza y champagne me llevó a manejar en la segunda década infame de nuestro país. Fui en ese tiempo uno de los tantos excluidos y por ello me llegó tanto su libro “Una sombra ya pronto serás” que lo devoré con una mezcla de bronca y rebeldía a ese régimen noventista. Confieso que aquel día 29 de Enero de 1997 al enterarme de su fallecimiento me puse a llorar dentro del taxi, la pasajera me preguntó que me pasaba, no le respondí, seguramente lo que relataba la radio no le rozaba en lo más mínimo.

Claro que el gran Osvaldo fuera “Cuervo” fue un plus que me acercó a su literatura criticada por los “grandes intelectuales” mayoritariamente antipopulares, pero los pasó para el cuarto cuando sus obras fueron publicadas en varios idiomas.

Tuve la oportunidad de estar físicamente cerca suyo en dos oportunidades casi de casualidad, la primera vez  en la primavera de 1973, en el café San Lorenzo de Avenida La Plata y  Avelino Díaz cuando mi querido Viejo lo vio sentado en una de las mesas y se acercó para felicitarlo por su libro “Triste solitario y final”, recuerdo que Soriano le agradeció con una sonrisa poniéndose colorado, me quedó grabada esta imagen por siempre. La otra fue en 1976, una mañana en el Viejo Gasómetro,  con dos compañeros de la escuela secundaria José Luís Delpini, nos rateamos y fuimos a ver un entrenamiento de San Lorenzo, al ingresar reconocimos a varios periodistas entre ellos a Osvaldo Soriano.

Durante años creí que esto había sucedido en 1975, por lo de su exilio con la dictadura, pero no me cerraba estando seguro que ese día que lo vi en el Gasómetro,  fue el año del golpe militar, hasta que un día al contarle esta anécdota a  Enrique Escande, “Quique”  me dijo que Soriano, estuvo unos meses en nuestro país  después del golpe en 1976 antes de su exilio definitivo.

Fue Osvaldo Soriano junto con Don Arturo Jauretche quien me enseñó a mirar más allá de las narices, me devoré no solo  todos sus libros, sino que leía todos sus artículos que escribía en Pagina 12, y fue Soriano quien me enseñó a  no quedarme con cada información que me dan de primera, como válida, fue Osvaldo Soriano quien me enseñó que la opinión sobre un suceso es un negocio.

 El “Gordo” solía afirmar: “Me siento incómodo en la televisión, pero tampoco voy a negar que lo hago cuidando  a mi lector, mi lector es joven y muy cuidadoso de los detalles de mi vida, el límite para mí sería una foto con mi hijo y en mi casa, jamás voy a mostrar los pies, ni me voy a tirar a la bañadera con espuma para que me hagan una foto, tengo pudor y mi vida privada no le interesa a nadie y la frivolidad me parece una enfermedad social , más que molestarme la opulencia, me da vergüenza”.

Sentí y siento su ausencia en esta lucha por la Vuelta a Avenida La Plata, tanta veces lo imaginé, caminando al frente de cada marcha a la Legislatura, Plaza de Mayo o la Embajada francesa., tantas veces imaginé su pluma brillante haciendo mención en una editorial para que San Lorenzo vuelva a Boedo con Estadio y Sede Social. Alguna vez en el fragor de la lucha acalorada dentro de la Legislatura escribí un artículo titulado “Osvaldo Soriano hace lobby desde el cielo” y justamente él que no creía en los cielos, pero desde su amor a San Lorenzo, me habrá sabido disculpar por este título.

Una frase contundente con su sello en los noventa fue: “El Gasómetro se perdió en circunstancias confusas que ya nadie quiere recordar y en la decadencia también se extraviaron terrenos (Rivadavia y Yatay) y otras propiedades irrecuperables”. 

 Confieso que el día que leí esta frase, sentí  una terrible angustia y  recordé a mi Viejo discutiendo con otros Cuervos  que sentían vergüenza del estadio de madera, no tengo dudas que no hablar del Gasómetro y su gloria tantos años, tras el saqueo de 1982, fue parte de los que buscaron sepultar los tiempos de Avenida La Plata.

Cuando iniciamos nuestro ciclo radial en el 2003, creamos una sección denominada “Osvaldo Soriano”, cuando propuse la creación de la Biblioteca en la segunda reunión de la Subcomisión del Hincha, no dudé en proponer el nombre de Osvaldo Soriano, recuerdo la discusión que tuvimos junto con los compañeros ante un directivo del Club de alto rango en el 2006, cuando quería que consensuemos con él, como se denominaría la Biblioteca que estábamos conformando con el aporte de libros de los socios,  le contesté en forma irónica que si quería le poníamos Leopoldo Lugones, lo curioso es que este personaje discutía nombres para la Biblioteca y no donó un libro.

En el cierre de esta editorial quiero compartir unas líneas del recordado José María Pasquini Durán sobre Osvaldo Soriano “No era hombre de partidos ni de facciones y salvo el de San Lorenzo no tenía otro carnet. Defendía la libertad con pasión de anarquista y creía que la injusticia era intolerable en cualquiera de sus formas”, “Su adhesión a la utopía de la sociedad feliz lo hirió hondo en las derrotas, pero lo salvó de convertir la tristeza en cinismo. Defendía los derechos humanos como base indispensable para la convivencia y la dignidad de las sociedades, pero llevaba ese compromiso hasta la minucia de cada persona, sobre todo cuando se trataba de los que perdieron todo, a veces hasta la esperanza de tener algo algún día”.

Se cumplen 18 años de su partida y me parece increíble, me siento huérfano de alguien que con tanta lucidez y calle a la vez nos hacía pensar cada día, siento la falta de quien con clara honestidad intelectual, nos ayudara a combatir tanta hipocresía y frivolidad reinante. Claro que en estos días me dieron ganas de releer tu primera novela “Amanece con un cielo muy rojo, como de fuego, aunque el viento sea fresco y húmedo y el horizonte una bruma gris”.

Adolfo Res (Historiador CASLA)

Departamento de Cultura
"Inclusión y docencia"

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